domingo, septiembre 24, 2006

08/09 Birka

Siguiendo los deseos de nuestro Babil 3, dedicaríamos la mayor parte de nuestro último día completo en Suecia a ver el antiguo poblado vikingo de Birka. He de decir que yo tenía mis reservas. Esperaba la versión vikinga del espanish bandolerou y flamencou y olé. Pero, al menos, Birka tenía una base histórica. A ver por dónde nos salían.

A las 9,30h cogimos el ferry que nos llevaría a Birka. El antiguo poblado vikingo estaba situado en una isla del lago Mälaren, a la que sólo se puede llegar por barco. Se tenían numerosos documentos que hablaban de la existencia de Birka, pero se desconocía su localización exacta. Así que, por similitud fonética, los arqueólogos se pusieron a buscar en la isla de Björkö. Y justo, allí estaba. A diferencia de otras antiguas ciudades vikingas, no se había vuelto a construir en el lugar en que se encontraba ésta, por lo que las excavaciones fueron relativamente fáciles y se encontraron abundantes restos. De manera que hoy podemos saber mucho sobre el asentamiento y se utiliza la isla como centro de investigación de los vikingos.

Pues sí, la cosa está montada bastante en serio, aunque con algunas concesiones para el turismo. Por ejemplo, nuestra guía iba vestida de vikinga. Eso sí, sus ropas se habían elaborado con bastante fidelidad histórica; nada de cascos con cuernos ni similares (no, los vikingos no llevaban cuernos en los cascos; después de quitarse el casco, pues más o menos como los demás, supongo).

Por desgracia, salió un día bastante desapacible. Hacía fresco, con bastante viento y lluvia, por lo que pasamos las dos horas de viaje en la cubierta interior del barco. Aunque habíamos tenido suerte; las visitas a Birka, precisamente por la climatología, se interrumpirían dos días más tarde, hasta la primavera.

Una vez en la isla había dos actividades principales: la visita al museo (libre o guiada) y la visita guiada a la isla. Nosotros, claro, nos apuntamos a las dos. La segunda fue un tanto apresurada por culpa del mal tiempo. Que nuestra pobre guía sufría especialemente, pese a la capa que llevaba. Creo que estaba cogiendo un resfriado importante. De todos modos, la chica nos enseñó todo bastante bien.

Además de esto, en la isla hay más actividades organizadas, si bien muchas de ellas no estaban disponibles en ese momento. Sí que pudimos ver la reconstrucción del poblado que se está llevando a cabo. Hay un proyecto universitario para construir un poblado al estilo vikingo, usando las mismas técnicas y materiales que se cree se utilizaban hace un milenio. Ya tienen un par de casa casi terminadas y también un cobertizo que usan como tahona, donde nos dejaron hacer una especie de crepes. Al menos, almorzamos un poco, aunque las habilidades con la masa de nuestro grupo resultaron más bien pobres.

Birka fue una población bastante importante en la era de los vikingos. Se calcula que llegó a tener unos 2000 habitantes, lo que era mucho en aquellos tiempos. Se cree que su decadencia llegó por culpa del cambio climatico. En efecto, no es nada nuevo. Hace mil años el mar empezó a bajar de nivel. Birka era un centro comercial al que se accedía por el sur, a través de un canal junto a la ciudad de Södertälje. Pero, con la bajada del nivel del mar, el canal se hizo impracticable, por lo que los barcos tenían que rodear por Estocolmo, al este. Y, vaya, para qué iban a llegar hasta Birka, si podían quedarse en Estocolmo. Conque Birka fue declinando y acabó siendo destruida y desapareciendo del mapa. Hoy día el nivel del agua está unos cinco metros por debajo del que había en tiempos del esplendor de la población. Así que la isla es bastante más grande que entonces y muchas de las instalaciones (el museo, la cafetería, el poblado reconstruido y demás) están en la zona que antes estaba cubierta por el lago. De este modo, no se afecta a los posibles restos arqueológicos.

A las tres de la tarde cogimos el barco de vuelta que, para nuestra sorpresa, estaba repleto. Al parecer, durante la mañana lo habían usado como restaurante flotante para gente que habían recogido en otra isla cercana. Así que fuimos a dejarles en esa isla (con lo que el barco volvió a quedar semivacío y pudimos volver a coger una mesa para nosotros). Pero prácticamente habían acabado con toda la comida de a bordo, y nosotros no habíamos comido. Conque tuvimos que arreglarnos con café y algunos pasteles bastante contundentes que vendían y que volvieron a hacer estragos en los estómagos de algunos Babiles. Que eran unos flojos, oiga. Bueno, otras dos horitas de viaje y vuelta a Estocolmo.

Esa noche hubo algunas discusiones para la cena. B2 y B3 teníamos hambre, pero el resto afirmaban ser incapaces de tragar nada. Ni puto caso: después de dar alguna vuelta por la ciudad, acabamos en una barbacoa mongola. Que resultó ser una especie de buffet libre, donde llenabas el plato con lo que querías de unos recipientes en los que había verduras, carne y pescados varios, les echabas por encima la primera salsa que se te ocurría, se lo entregabas a un cocinero (con pinta de mongol, ciertamente) y éste te lo preparaba en una plancha. El pobre hombre trabajaba a destajo, porque el local estaba bastante lleno. Podía preparar siete u ocho platos a la vez en la plancha, así que siempre acababas con algo que no habías puesto tú. Por lo que vimos, el local era bastante popular entre la juventud de la ciudad. Supongo que el motivo es que era relativamente barato, pues la calidad de la comida no era muy allá. Y, como señalaron algunos Babiles, era evidente que la inspección sanitaria sueca no es muy exigente.

Y terminamos haciendo de turistas: ya que no habíamos podido entrar en el Ice Hotel de Kiruna, fuimos al Ice Bar de Estocolmo. Que está dentro de un hotel y pertenece a la misma empresa que el Ice Hotel. Yo era contrario a la idea, porque no me apetecía pagar 150 Kr de entrada sólo por la chorradita, y que luego me clavaran por cualquier consumición. Pero perdí la votación por 4 a 1. Y oye, ahora me alegro de haber perdido. Por un lado, la entrada incluía consumición, así que la clavada no fue tan grande. Por otro, lo cierto es que el sitio es muy curioso. Es pequeñito, eso sí, conque había cola para entrar. Está construido casi íntegramente en hielo; paredes, barras, mesas, sillas y todo. Incluídos los vasos. Aunque en la entrada nos dieron unos capotes térmicos que funcionaban muy bien. Pese a que la temperatura interior es de -5°C, no teníamos nada de frío. Eso sí: si no os gusta el vodka, absteneos, porque no hay otra cosa. El lugar está patrocinado parcialmente por Absolut, así que todo lo que sirven son bebidas a base de vodka (o sin alcohol). Pero oye, todas las que pedimos estaban muy buenas. Sin cubitos de hielo, claro; para eso te lo servían en un vaso de hielo. Supongo que controlan bastante la humedad del local, porque se bebía muy bien y, desde luego, no se te quedaban los labios pegados al vaso.

El bar está al ladito de la estación, conque ya nos fuimos a coger, por última vez, el tren que nos llevaría a Älvsjö. Al menos, B3 y yo. Los demás se quedaron a dar una última vuelta nocturna por la ciudad que resultó bastante movidita. Pero dejaré que os la cuenten ellos mismos en los comentarios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno babiles a que estáis esperando para terminar la historia leches, que me quedo con la intriga ; )

Anónimo dijo...

El Museo del Vasa tenía unas perchas sin vigilancia donde todos los visitantes colgábamos la ropa, bolsas, paraguas etc. sin ningún temor a que te birlaran nada. Esa impresión de seguridad y orden es general. Limpiza en las calles, respeto de los horarios públicos, respeto del mobiliario público...¿general?, Pues no. Esa noche como bien comenta B2, decidimos quedarnos B4, B5 y yo para dar nuestro último paseíto (suena como el que va para la silla eléctrica). Así nos sentíamos de abatidos. Ya por la tarde, habíamos visto un casi atropello que acabó con una señora en el suelo y un vehículo a todo gas. Hay que aclarar que el tiempo que hay para que crucen los peatones es cortísimo y si no espabilas se te comen. Pero por la noche la cosa empeoró. A estas alturas, estamos ya muy curtiditos pero algunas cosas nos siguen llamando la atención. Por ejemplo, que un coche grande (tipo americano) con pinturas sudistas por toda la chapa y con cinco o seis morlacos tatuados pedos te vaya siguiendo aminorando la marcha es, cuanto menos, llamativo. Dimos la vuelta a la manzana y ahí que llegan. Empezaron a agitar los brazacos tatuados fuera de las ventanillas en un tono bastante provocador. Era un reto vikingo. Y ya se sabe, o respondes y se monta el pollo (vamos, corte de mangas y marica el último) o bien, te haces el sueco, algo que el último día, ya nos empezaba a salir de maravilla. Al final, el coche decepcionado salió a escape buscando otra bronca más interesante. Ah! por el camino también vimos a unos tipos arrancando alegremente pivotes de la calle. Finalmente, como no encontrábamos ni taquillas ni máquinas para comprar los billetes de vuelta a Älvsjö, nos colamos en el tren. B5 nos tranquilizaba diciendo que en Madrid esto es de lo más habitual. Finalmente, llegamos a casita sin novedad. En fin, que nuestro último paseíto fue de lo más instructivo.

gamusina dijo...

la leche, yo pense que esas cosas alli no pasaban : (

Anónimo dijo...

BABIL 3
Para calquiera que se plantee un viaje a Estocolmo, la época recomendada es en julio y agosto.
En Birka había atracciones vikingas en estos 2 meses: tiro con arco, navegación en drakkar remando, gente disfrada de vikingos... algo que nosotros no pudimos hacer por haber llegado fuera de dicha temporada.