martes, septiembre 19, 2006

06/09 Último día en Laponia

El miércoles nos levantamos a las 6,30h. Y diréis: ¿para qué quiere irse de vacaciones una persona si luego se levanta a las seis y media? Desgraciadamente, no tengo una buena respuesta. Al menos, gracias a lo intempestivo de la hora tuve más tiempo para atiborrarme en el desayuno.

Nuestro plan para este día consistía en ir hasta Narvik, pasando por el Parque Nacional de Abisko. Narvik, en la costa noruega, está a unos 170 km de Kiruna, aunque sus términos municipales son contiguos. Nuestra ruta discurriría a lo largo del lago Torneträsk, el más grande de Kiruna. Como casi todos los de la zona es alargado, con unos 70 km de longitud, extendido de este a oeste. Bueno, más bien de este-sudeste a oeste-noroeste, de modo que viajaríamos ligeramente hacia el norte.

Por supuesto, el lago Torneträsk es maravilloso. Por el camino paramos a admirarlo y hacernos las fotos de rigor. Cada vez entendíamos menos a todos los suecos que se extrañaban de que quisiéramos venir aquí. Sólo se me ocurren dos motivos para ello:

- Que se extrañaran de que viniéramos fuera de temporada

- Que asumieran que un grupo de hombres cuarentones sólo podían hacer un viaje juntos para ponerse ciegos de follar

La frontera entre Suecia y Noruega la marcan los Montes Escandinavos. Una vez los cruzas, la diferencia de paisaje es muy grande, pues en el lado sueco predomina la llanura, mientras en el noruego las montañas descienden hasta el mar. Esto forma los justamente famosos fiordos.

Precisamente, Narvik se encuentra al fondo de uno bastante largo, el Ofotfjorden. Para llegar a la ciudad tuvimos que atravesar un puente sobre el final del fiordo y es muy impresionante, porque cruza a bastante altura.

La orilla norte del fiordo termina en las famosas Islas Lofoten, y a nuestro Babil 4 le molaba ir a verlas. Lo malo es que, como nos habían dicho tantas veces, estábamos ya fuera de temporada. Conque desde Narvik sólo había un barco que tardaba casi cuatro horas. Bueno, podíamos aprovechar para hacer un crucero por el fiordo; lo malo era que no volvía hasta el día siguiente. Se propuso ir en coche, pero hay más de 200 km y la carretera no tenía pinta de ser nada buena. Así que, para desconsuelo de nuestro Babil, tuvimos que abandonar la idea.

A cambio, la chica de la oficina de turismo nos propuso ir a Skjomen, que es un brazo del fiordo. Nos dijo que fuéramos hacia el sur, cogiéramos la carretera hacia la izquierda justo antes de llegar a un puente (otro distinto del anterior, pues veníamos del norte) y luego siguiéramos hasta Sørskjomen. A falta de otro plan, haremos eso.

Pero antes entramos a ver el Museo de la Cruz Roja de Narvik. Que, en realidad, está dedicado a la Batalla de Narvik (o batallas, porque hubo varias), en la Segunda Guerra Mundial. Como ya he mencionado, Narvik es la salida al Atlántico para el hierro procedente de las minas de Kiruna, por lo que era un puerto de gran importancia estratégica y hubo una gran lucha por su dominio, principalmente entre británicos y alemanes. El museo está muy bien montado, como mucha información y abundantes objetos de la época. A lo mejor me dio el día flojo, pero lo que más me impresionó fue una colección de juguetes fabricados por prisioneros de guerra para intercambiarlos por comida y ropa de abrigo con la población local. Algunos de esos juguetes estaban muy bien hechos.

Y luego nos dimos una vuelta por la ciudad, donde vimos una iglesia bastante bonita y el aeropuerto, que está justo en la orilla del mar. Antes nos habíamos hecho unas fotos en un poste kilométrico que hay en el centro de la ciudad, con las distancias a distintos lugares del mundo. Estábamos a 2420 km del Polo Norte; puede parecer mucho, pero Estocolmo se nos había quedado 1437 km al sur. Narvik era casi el punto más septentrional que tocamos en nuestro viaje, a 68°25' de latitud norte (dos grados por encima del Círculo Polar).

Y por fin hicimos caso a la chica de Turismo y fuimos hacia Skjomen. Lo cierto es que el fiordo allí es impresionante, pues se estrecha mucho y las montañas son muy altas. La más alta llega a 1894 m, y saliendo desde el mar. Por el camino paramos un momento para subir una de las montañas y ver el fiordo desde allí. Nuestra montaña estaba entre dos brazos, por lo que teníamos una vista excelente desde la cima. Todos estábamos de acuerdo en que la chica sabía lo que decía.

Luego seguimos hasta Sørskjomen, que está justo al final del brazo del fiordo. En la carretera vimos una cría de halcón, o algo parecido, parada en el suelo. Bajamos y vimos que la pobre tenía un ala rota, conque su futuro no parecía muy prometedor. Pero tampoco sabíamos qué hacer con ella, así que tuvimos que dejarla.

Y llegamos a Sørskjomen. La vista desde allí, incluso con las nubes bajas que nos impedían ver las cimas de las montañas, era de lo más extraordinario que he visto en mi vida. Supongo que en un día sin nubes debe de ser para que se te caiga la quijada al suelo. La taiga de la Laponia sueca se ciertamente bonita, pero esto era la leche. Tan impresionados nos quedamos que dos de nuestros Babiles decidieron repetir la jugada del día anterior y bañarse en el fiordo. Aunque esta vez habían venido preparados y traían bañador y toalla. Así que, con más cojones que sesera, B1 y B4 se metieron en la gélida agua. Porque, aunque estábamos en el Atlántico y, por tanto, bajo la influencia de la Corriente del Golfo (el Océano Glacial Ártico no empieza hasta Cabo Norte, a más de 700 km de Narvik), éste era un brazo bastante recóndito del fiordo y no hacía sol. De los gritos de B1 se podía deducir que, en efecto, la temperatura del agua era bastante inferior a la del lago Jukkasjärvi. De las zambullidas de B4, que su cerebro no funciona.

Como teníamos más planes para el resto del día, nos volvimos a Narvik. Echamos una poca gasolina (suficiente para llegar a Suecia pero no mucho más, porque era apreciablemente más cara que en el país vecino) y nos metimos a comer en un puesto de comida que habíamos visto en una pescadería junto al museo. Había pescado de muchas maneras (salmón, bacalao y demás) y también ballena. Noruega es uno de los pocos países del mundo que sigue capturando ballenas, aunque tienen prohibida la exportación. El caso es que, claro, aprovechamos para probar la carne de ballena. No mucha, porque pedimos un plato de guisado para los cinco y tenía mucha más patata que carne. A lo que más me recordó es al reno. No olvidemos que la ballena es un cetáceo, conque no sabe a pescado en absoluto.

Y ya nos fuimos hacia Abisko, que era el otro punto de interés del día. Por desgracia, el tiempo iba empeorando. No es que hiciera mucho frío, pero llovía bastante, que es peor si tu intención es dar una vuelta por un Parque Natural.

El Parque Natural de Abisko está en el extremo occidental del lago Torneträsk, ya en Suecia, pero cerca de la frontera noruega. Es un parque pequeño con muchas sendas, conque estuvimos mirando cuál podíamos hacer en poco rato, en vista del tiempo. Aunque, como la lluvia amainaba, acabamos cogiendo una que nos llevaría un par de horas. Fuimos bordeando un río, donde aproveché para dar rienda suelta a mi acrouremia (palabro inventado por mí para describir la atracción por mear desde lugares altos). Lo cierto es que fue un paseo muy agradable por el parque.

Y volvimos al albergue cuando ya estaba oscureciendo, así que compramos algunas cosas para el desayuno del día siguiente y volvimos a Kiruna. Antes paramos en la gasolinera de Abisko... que cerraba a las seis de la tarde. Si no fuéramos tan zoquetes, habríamos echado gasolina antes de irnos a andar, sabiendo los horarios de la zona. Pero lo somos, qué le vamos a hacer. Conque emprendimos el camino de vuelta con la esperanza de encontrar una gasolinera abierta. En una carretera de 100 km en la que el pueblo más grande tiene 10 habitantes, imaginaos las posibilidades: en efecto, ninguna. Pero llegamos sin complicaciones y sin que se encendiera la reserva hasta llegar a la ciudad. Llenamos el depósito y volvimos al cámping a cenar. Claro que llegamos bastante tarde, casi a las diez, hora en que cierran la cocina. Pero el cocinero nos dijo que podíamos comernos un entrecot de cordero que tenía. Y que, para variar, estaba excelente. Os lo podemos decir B3 y yo, porque los demás andaban con el estómago revuelto y apenas cenaron. Era curioso, nosotros dos teníamos un hambre voraz y los otros tres no comían nada. Puestos a elegir, elijo lo mío, claro.

Y a dormir, que al día siguiente nos esperaba un madrugón de verdad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero, ¿aquí cuándo empiezan las historias de valquirias?. Menos mal que he aprendido que la carne de ballena sabe como la de reno. ¿Y a qué sabe la de reno? ¿a ballena? :-P

Anónimo dijo...

La falta de luz solar hace que la gente parezcan espectros. Había un recepcionista en el camping de color blanco. Muchas de las chicas que veíamos ir al cole por la mañana mientras hacíamos footing también eran de color blanco. En poco tiempo nevará y oscurecerá y ya no se les verá.

Gorpik dijo...

Vaya, hombre, un listo.

La carne de reno supongo que tiene un sabor no muy lejano a la de ciervo, que sí se puede catar por estas latitudes. Es más tierna que la de caza normal, porque los renos se crían como ganado (aunque en semi-libertad y con mucho campo).

Hoy no hay capítulo porque he llegado tarde a casa, pero mañana irá el siguiente.

Anónimo dijo...

BABIL 3
Creo que sería justo comentar que en la excursión de Abisko y donde b2 experimentó su ataque de acrouremia (Síndrome del Dr. babil4, ya que creo recordar que fue el descubridor), había un pequeño cañón donde el río bajaba en forma de un rápido y que acababa en una poza. Las rocas de alrededor estaban erosionadas de una forma muy plana, lo que hacía muy fácil el andar por ellas y contemplar el cañón en diferentes ángulos. A mí me impresionó mucho la belleza del entorno, aunque supongo que después de haber visto un fiordo el resto de babiles no quedaron tan impresionados.

Gorpik dijo...

Me parece muy adecuada la intervención del Babil 3. Fue una pena no haber tenido otro diíta más para dedicárselo a Abisko.

Anónimo dijo...

!Claro que impresionaba!. Y si ahora es el momento de menor caudal, imaginaros durante el deshielo. A B2 seguro que se le hubiera mojado el pito.