jueves, septiembre 14, 2006

03/09 El Vasa

El domingo iba a ser nuestro primer día completo en Suecia. Y parecía que debíamos resignarnos a no ver el partido. Sólo lo daban en un canal por satélite que no teníamos en casa, y no habíamos visto ningún pub en el que fuesen a darlo, pese a que en Estocolmo hay muchos pubs deportivos. Conque más nos valía buscar otra actividad para la mañana.

Lo que hicimos fue ir al Museo del Vasa, uno de los más famosos e interesantes de la ciudad. El Vasa es un barco de guerra sueco que se hundió en 1628, durante su viaje inaugural, poco después de salir del puerto. El barco estaba ocupado por la tripulación y los trabajadores del astillero que lo habían construido, junto con sus familias. Sólo debían viajar hasta una fortaleza situada en las afueras de la ciudad, donde descenderían para dejar sitio a unos 300 soldados que se iban a trasladar a la guerra en Polonia. Pero nunca llegaron hasta la fortaleza. Se considera que murieron entre 30 y 50 personas, pese a que el naufragio se produjo a sólo unos metros de la costa. Pero la incapacidad para nadar y los remolinos impidieron escapar a las víctimas.

Las investigaciones recientes han llevado a la conclusión de que el Vasa estaba mal construido. Llevaba demasiado poco lastre para contrarrestar el peso de los palos, las velas y los cañones. Así que, cuando arreció el viento, el barco se escoró, entró agua por las troneras de los cañones, y se fue a pique.

Lo espectacular del museo es, precisamente, el Vasa. En 1951 se encontró el lugar del naufragio, de modo que se empezó a planificar el rescate del barco, que se inició en 1956. Entonces se vio que las condiciones del agua (muy fría y con poca sal, pues el Báltico es el mar menos salino del mundo) habían preservado el barco. En 1961 consiguieron reflotarlo y se inició la lenta recuperación, culminada en 1990 con la apertura del museo. Un barco de guerra de 69 metros de proa a popa y 52 de quilla a cofa es muy impresionante. Y un 95% del barco es original. Tan sólo falta el palo de mesana, la mayoría de los cañones (que se recuperaron durante el propio siglo XVII para fundirlos) y algunas piezas pequeñas del barco.

El museo está organizado en siete pisos alrededor del barco, de modo que se puede ver éste en conjunto (desde estribor) o detalladamente, subiendo a los pisos (desde babor). Además de explicar la estructura del barco, hay diversas exposiciones sobre la Guerra de los Treinta Años, el proceso de fabricación del Vasa, la restauración del mismo y el trabajo realizado con los restos encontrados, especialmente los humanos.

La visita al Vasamuseet es interesantísima y se la recomiendo a cualquiera que vaya a Estocolmo sin dudarlo.

Al salir del museo, B1 llamó a su hermano y nos enteramos de la zurra que España le había dado a Grecia en la final del Mundobasket. Y eso que Pau Gasol no pudo jugar por lesión. Y nosotros no lo pudimos ver. Bua. Aunque la alternativa estuvo a la altura, desde luego.

Como teníamos hambre, fuimos a buscar un sitio para comer. Tras algunas peripecias en el ferry (ya he escrito que Estocolmo está construida sobre 14 islas, de modo que, además de casi 30 puentes, hay varios ferrys que las unen), terminamos en la pequeña isla de Skeppsholmen y acabamos comiendo junto a otro barco, aunque más moderno que el Vasa: el Chapman. Es un barco del siglo XIX varado frente al Palacio Real, que hoy día se utiliza como hotel. Aunque nosotros comimos en un pequeño restaurante que se encuentra al lado (no muy bien, por cierto).

Los viajes en ferry nos habían dejado con ganas de barco, de modo que fuimos a coger uno turístico que da la vuelta a Djurgården, una isla grandecita (unos 4 km de punta a punta) ocupada casi en su totalidad por un parque. En realidad, es el Djugården del sur, porque hay otro más al norte. En Estocolmo hay muchos parques; algunos pequeños, diseminados por todo el casco urbano, y varios muy grandes en las afueras. El viaje nos dejó con ganas de recorrer el parque por tierra. Tal vez no tanto a B5, que se pasó casi todo el rato durmiendo. Puede que lo niegue, pero cuando B3 le cambió el idioma de las explicaciones que recibía a través de los auriculares (al japonés), ni se enteró.

A la vuelta, ante las leves indirectas (ejem) de B3, fuimos a ver un drakkar que había fondeado cerca de donde nos dejó el ferry. Por supuesto, no era de verdad; era un barco moderno con forma de drakkar. Se usa para itinerarios turísticos y como restaurante, además de alquilarlo para montar fiestas vikingas. Grupos entre 40 y 150 personas, nos quedábamos un poco cortos.

Luego nos dio por ir a ver algún otro museo, pero eran casi las 18h y estaban ya todos cerrados. O casi: el de Historia Natural cerraba a las 19h, conque fuimos para allá. Aunque, como estaba lejos, apenas tuvimos tiempo de verlo. Una pena, porque es enorme y tenía muy buena pinta.

Había una exposición sobre los cambios climáticos, incluyendo una proyección con algunos efectos especiales, como viento y relámpagos. B5 ilustró la proyección luchando con su paraguas contra la violencia de los elementos. Fue derrotado y se cargó el paraguas, ante las risotadas del resto del grupo. Sin duda, el chaval fue la estrella del día.

Después bajamos en metro hasta el extremo norte de Södermalm, la isla situada al sur de Gamla Stan. Allí está la torre Katarina (Katarinahissen), situada frente al mar, a la que se sube mediante un ascensor y desde la que hay muy buenas vistas panorámicas de la ciudad y sus alrededores.

Luego, bajo la guía de nuestro líder gastronómico B3, fuimos a cenar a un restaurante ruso de Gamla Stan. Ninguno de nosotros había estado nunca en uno de ellos y teníamos curiosidad. Pues cenamos de maravilla, rompiendo la tendencia que llevábamos hasta entonces. Sólo se quejó B1, porque decía que su ración era muy pequeña. Al final casi no se la pudo acabar y se pasó el día siguiente empachado. Engañaba un poco, ¿eh?

Al acabar nos fuimos a echar una cerveza a las terrazas que hay en la preciosa plaza donde está la Academia, pero ya estaban cerrando, conque terminamos en un bar muy cercano, al que se entraba bajando unas escaleras y cuyo dueño, pese al póster de Abba de la puerta (están por todas partes en Suecia), resultó ser fan de Jimi Hendrix. El problema era que B5 había sentido la llamada de la naturaleza. Tras la copiosa comida, el chico necesitaba cagar urgentemente. Se debatía entre su resistencia a defecar en un lugar extraño y las terribles punzadas que le hacían creer que iba a reventar. Conque se armó de valor y entró en el váter del bar (que estaba muy bien, por cierto).

La operación se desarrollaba con éxito, pero la fatalidad aguardaba. La premura fisiológica y el desconocimiento mecánico se habían aliado para que el pobre no pudiera cerrar la puerta del cagadero. Y, en el preciso instante en que se limpiaba el culo, entró otro cliente en él. Justo en el momento en que el dueño del local subía del almacén, cuya puerta estaba situada junto a la que se acababa de abrir. Durante un tenso segundo, los siete ojos de los protagonistas de la escena (recordemos que nuestro babil tenía tres al aire, de ahí el número impar) se cruzaron. Luego, la puerta volvió a cerrarse.

Lo que casi no volvió a cerrarse en toda la noche fueron las bocas del resto del grupo al conocer la peripecia. Estruendosas carcajadas y no pocas lágrimas puntuaban la selección de temas del gran Jimi con que el dueño del bar nos estaba obsequiando.

A medianoche cerraron y nos fuimos hacia la estación. Por el camino, B2 sintió cómo su vejiga reclamaba su atención. Al pasar sobre un viaducto, su vena artística entró en acción y Estocolmo contó con una nueva fuente. Quince metros de caída en un bello arco que fue recibido por la incomprensión del resto del grupo.

Llegamos a la estación justo a tiempo para aprender más sobre el idioma y la mentalidad del país. Habíamos observado que el último tren hacia Älvsjö salía sobre las 0,50h los domingos, pues había carteles detallando los horarios en tres bloques: laborables, sábados, domingos y festivos. Sin embargo, una vez allí vimos que el último había salido ya (pese a que aún no eran las doce y media). Entonces observamos que, junto a la hora de los dos últimos trenes, aparecía una llamada a una nota aclaratoria en la que, en sueco, se venía a explicar que esos trenes no circulaban en domingos ni festivos. Por qué aparece en los horarios del domingo un tren que no circula en domingo, es un misterio que no logramos resolver.

Así que tuvimos que coger un taxi. Por suerte, hay algunos muy grandes en los que caben hasta seis personas. Dentro del vehículo, el amable taxista nos permitió comprobar dos cosas que empezaban a hacerse recurrentes:

- Nadie nos entendía cuando intentábamos pronunciar "Älvsjö"

- Cuando les contábamos que nos íbamos tres días a Kiruna, los suecos nos miraban con los ojos muy abiertos y preguntaban: ¿Kiruna? ¿Y para qué queréis ir a Kiruna?

Esto último nos mosqueaba bastante y hacía que todas las miradas se clavaran sobre B3, el inductor del viajecito. Su vida pendía de un hilo.

B5 aprovechó el viaje para redondear su protagonismo. Como parte del interrogatorio al que sometió al conductor, le espetó: "Have you seen a boreal aurora?". La cara de póker del hombre, al escuchar semejante expresión, fue para hacerle una foto.

La broma , por cierto, nos salió por casi 400 Kr. Los taxis suecos son muy caros.

4 comentarios:

Rapunzell dijo...

Más de una vez he pensado yo en el infierno que pasarán los turistas en Madrid con los planos del metro.

Como para aclararte qué líneas funcionan y cuáles no... :(

Anónimo dijo...

babil 3
Quiero añadir que el pub de Hendrix tenía una placa con fecha del año 1523. Supongo que han aprovechado un antigua bodega de algún edificio que estaba construído allí en esa época y luego fue derribado.

Anónimo dijo...

Desde luego lo del "bello arco" de B2 fue de vértigo. Y menos mal que no pasó ningún incauto por debajo. Hubiera pensado que estaba bajo unos de los chubascos inesperados que pronosticaba el tiempo para ese día. De todas formas, y por empezar a dar premios, si sumamos los quince metros de la meada del viaducto, los venintitantos de la meada al borde de la cascada en el Parque Nacional de Abisko (bellísimo arco) y el resto de las meadas "tiradas" por un Kuarentón con problemas de retención que además, es el más alto de los Babiles, da un sumatorio de metros de pis sostenido que hacen merecedor a B2 del Premio "Arco-Iris". Y nosotros que habíamos ido tan lejos para ver una Aurora Boreal que no salió...

Anónimo dijo...

Lo siento babiles pero el partido de la seleccion de baloncesto fue algo colosal, ya se sabe ..... no se puede estar viendo suecas y viendo la final. DIOS ES JUSTO !! CAMPEONES, CAMPEONES, Ohe, Ohe, Ohe !!